Los teléfonos inteligentes han recorrido un largo camino desde su invención y es innegable que son el dispositivo digital que más rápido ha evolucionado. Incluso funcionan como una CPU y ejecutan sistemas operativos de escritorio completos (Ubuntu y Windows 10) cuando se conectan a un monitor. Aun así, no se acercan a los ordenadores de sobremesa y portátiles convencionales para uso profesional. Veamos algunos ejemplos.
- El software o las apps de los ordenadores tienen controles y funciones más profundos. Además, producen resultados de aspecto profesional y de calidad superior a los de los smartphones. La edición de imágenes y vídeos, la animación, la composición de música y los trabajos de arquitectura que se producen en los ordenadores son demasiado superiores para que los smartphones los superen. Es cierto que los teléfonos inteligentes tienen sus propias aplicaciones de edición de imágenes y algunas otras, pero carecen de complejidad, precisión y un conjunto más amplio de herramientas y controles. Para este tipo de trabajos creativos y de desarrollo, una pantalla táctil no tiene ninguna posibilidad frente a la comodidad del ratón y el teclado como dispositivos de entrada.
- La facilidad de sustitución, reparación, limpieza y actualización de diversos componentes es otro aspecto en el que los ordenadores de sobremesa (y los portátiles hasta cierto punto) superan a los smartphones. Recientemente han surgido teléfonos inteligentes modulares con interesantes accesorios "plug & play", pero las partes principales del sistema siguen estando integradas.
Los teléfonos inteligentes nunca deben sustituir a los ordenadores tradicionales. Están destinados a satisfacer nuestras necesidades informáticas generales. Tienen un poco de todo en un paquete muy pequeño y se dirigen a un usuario ocasional. Puede ejecutar juegos de calidad y proporcionar una experiencia de consumo de medios inmersiva, pero los resultados no son comparables con los de un ordenador convencional.